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sábado, 23 de novembro de 2013

Las potencias e Irán negocian ya sobre un borrador de pacto nuclear


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Las potencias e Irán negocian ya sobre un borrador de pacto nuclear

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha sido sorprendido hoy comprando unos chocolates en Ginebra. Pero su segunda visita a esa ciudad suiza en menos de dos semanas tiene obviamente otro objetivo. Como sus homólogos de las otras cinco grandes potencias que negocian con Irán, intenta cerrar un preacuerdo que disipe las sospechas sobre el programa nuclear iraní. Con los equipos técnicos pactando cada palabra del borrador, el esfuerzo diplomático dejaba claro el interés de ambas partes por lograr un compromiso que acabe con una década de tensiones y evite en lo posible el sabotaje de quienes se oponen a ello. El anuncio de que Kerry viajaría el domingo a Londres parecía poner un límite temporal a esos trabajos.


“Seguimos manteniendo conversaciones intensas. El debate está en la redacción. No está claro que lleguemos a un acuerdo esta noche. Espero que sí”, ha resumido Abbas Araghchi, viceministro iraní de Exteriores y miembro del equipo negociador, a los periodistas que esperaban ansiosos alguna novedad. Más tarde, ha añadido que las reuniones probablemente iban a prolongarse hasta el domingo.


Después de cuatro días de negociación, el regreso a Ginebra de los ministros de Exteriores de los seis países involucrados en las conversaciones (China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania, además de EE UU) con Irán, ha elevado rápidamente la temperatura. Pero tras el fiasco de la anterior ronda negociadora el pasado día 9, todo el mundo trataba de rebajar las expectativas.


“No estamos aquí porque el asunto se haya acabado”, ha manifestado el británico William Hague, citado por Reuters. “Estamos aquí porque las negociaciones continúan siendo difíciles”.


El mero hecho de que se estuviera debatiendo la redacción del documento da una idea de lo lejos que se ha llegado en la nueva etapa que se inauguró el pasado septiembre, poco después de la llegada a la presidencia de Irán de Hasan Rohaní. Este clérigo de lenguaje moderado dejó claro desde el primer día que interpretaba su elección como un mandato para restablecer las relaciones de su país con el mundo, gravemente dañadas durante los dos mandatos de su predecesor, y poner fin a la crisis nuclear.


De momento, esta primera fase busca un pacto provisional de seis meses para crear confianza y que los negociadores puedan alcanzar un acuerdo definitivo. De no lograrlo este fin de semana, podrían volver a reunirse de nuevo, pero existe la impresión de que el buen ambiente entre ellos se empieza a desgastar. Eventualmente, el fracaso significaría que Irán y EE UU, el país clave del sexteto, volverían a la dinámica de confrontación que ha caracterizado la última década. Los halcones, tanto en Teherán como en Washington, prefieren ese status quo incluso a riesgo de una confrontación militar.


Aunque los participantes han pactado no difundir el contenido de sus conversaciones, ayer se filtraron los puntos esenciales del borrador que se discute, así como los escollos que seguían frenando su firma. De las declaraciones de algunos diplomáticos se desprendía que los iraníes y sus interlocutores habían logrado un compromiso en la redacción que, sin reconocer el derecho a enriquecer uranio que exigía, menciona “la potestad de todos los países a tener su propia energía nuclear para uso civil”.


No obstante, persistían las diferencias sobre el reactor de Arak. Según el viceministro ruso de Exteriores Serguéi Ryabkov, citado por Itar-Tass, la insistencia de Irán en seguir construyendo esa instalación continúa siendo un obstáculo. Los Seis insisten en que pare las obras durante el medio año del acuerdo provisional. Una vez concluido el reactor, existe el riesgo de que el plutonio que pueda producir se desvíe a una bomba atómica.


Teherán siempre ha negado que intente hacerse con armas nucleares y la mayoría de los analistas opinan que el líder supremo, el ayatolá Ali Jameneí, que tiene la última palabra los asuntos de seguridad nacional, no ha tomado esa decisión. Sin embargo, desde el descubrimiento en el verano de 2002 del programa atómico, que la República Islámica mantenía en secreto, sus responsables han tratado permanentemente de evadir las inspecciones e investigaciones de la ONU. De ahí la desconfianza no solo de EE UU y sus aliados, con Israel a la cabeza, sino también de los vecinos árabes de Irán.




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