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sábado, 25 de janeiro de 2014

29 muertos en el tercer aniversario de la revolución egipcia


Portada de Internacional | EL PAÍS

29 muertos en el tercer aniversario de la revolución egipcia

Una jornada que debía ser de celebraciones en Egipto por el tercer aniversario del inicio de la revolución popular que derrocó a Hosni Mubarak se convirtió en un nuevo baño de sangre. Al menos 29 personas resultaron muertas y más de un centenar heridas este sábado como resultado de los enfrentamientos entre manifestantes opositores y fuerzas de seguridad, asistidas por turbas pro-Ejército, que ocurrieron en diversas ciudades del país, según informó el ministerio de Sanidad. El clima de tensión en las calles representa una nueva demostración de la fase de aguda polarización que vive el país árabe después del golpe de Estado que depuso en julio a Mohamed Morsi, el primer presidente electo en las urnas.


Los incidentes más violentos tuvieron lugar en el barrio de Alf Maskan, situado en el este de El Cairo y considerado un bastión de los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista al que pertenece el despuesto expresidente Mohamed Morsi. Según algunos medios locales, una veintena de personas habrían muerto en una auténtica batalla campal que se prolongó durante varias horas y en las que las fuerzas de seguridad habrían disparado a los manifestantes con munición real, en lugar de los balines utilizados habitualmente para dispersar protestas. La Hermandad ofreció una cifra de víctimas para el conjunto del país por encima de las 50. Según el ministerio del Interior, más de 700 personas fueron arrestadas, entre ellas varios periodistas.


El día se inició con la explosión de una bomba de escasa potencia en el barrio cairota de Ain Shams, un recordatorio de la cadena de atentados del día anterior, que provocó seis muertos en la capital. Ansar Bayt al-Maqdis, una organización yihadista con base en el Sinaí, reivindicó los cuatro ataques con explosivos. Por la tarde, un nuevo artefacto estalló cerca una comisaría de la ciudad de Suez, provocando heridas a una quincena de personas.


No obstante, la violencia más grave no procedió este sábado de las bombas, sino de las batallas callejeras que sucedieron en varios puntos del país, con los detractores del gobierno siempre como víctimas. En cambio, la Plaza Tahrir, el epicentro de la revuelta tres años atrás, era ajena a cualquier disturbio. Miles de personas se congregaron allí, así como en las plazas de las principales ciudades de la nación árabe, para expresar su apoyo a Abdelfattá al Sisi, ministro de Defensa y verdadero hombre fuerte del nuevo régimen. De hecho, más que una conmemoración de la revolución, el ambiente parecía más bien el de un mitin político de Al Sisi, de quien se espera un inminente anuncio de que concurrirá a las próximas elecciones presidenciales.


No deja de ser irónico que Tahrir clamara hace tres años la caída de un general, y ahora le exija a otro que lidere el país. Con helicópteros sobrevolando la plaza y las notas de canciones patrióticas sonando a todo volumen, se respiraba en la plaza un clima de integrismo nacionalista y xenófobo. Varios periodistas extranjeros fueron agredidos por una turba, una consecuencia de la campaña de gobierno y medios que atribuyen la contestación interna a extraños complós internacionales.


Poco más de una semana después de haber aprobado en referéndum una Constitución descrita como “la más democrática de la historia” se puso en evidencia que el ejecutivo, apadrinado por el Ejército, no permite ninguna manifestación antigubernamental. Poco importa que sea de tendencia islamista o laica. El Frente del Camino Revolucionario, una coalición que reúne a varios movimientos revolucionarios, había convocado una manifestación en el barrio de Mohandissin con la idea de marchar hacia Tahrir. Ni tan siquiera pudieron iniciar su trayecto.


“La gente aún estaba llegando cuando han aparecido furgonetas de la policía, y han empezado a lanzar gases lacrimógenos y a disparar con pistolas de balines. Todos hemos salido corriendo”, explicaba Ehab, un militante del partido Masr Qawya (“Egipto fuerte”), miembro del Frente. En estos altercados en Mohandissin cayó una de las cuatro víctimas del día en la capital.


Los grupos que forman el Frente se niegan rotundamente a formar cualquier alianza estratégica con los Hermanos Musulmanes, a quienes acusan de haber traicionado la revolución durante el año de gobierno de Morsi. “Nosotros estamos tanto contra el gobierno como la Hermandad. Ellos, los islamistas que se manifiesten por su cuenta, nosotros lo haremos por la nuestra”, comentaba Jaled. Los manifestantes consiguieron reagruparse frente al Sindicato de Periodistas, cerca de Tahrir, donde fueron dispersados de nuevo con brutalidad.


Por su parte, la cofradía ni tan siquiera intentó acercarse a Tahrir. La última vez que lo hizo, el 6 de octubre, la policía dispersó a sus partidarios con tal virulencia que mató a más de 50 personas. Las marchas de los Hermanos Musulmanes tuvieron más bien lugar en los suburbios capitalinos y en las provincias del sur, su auténtico bastión, lo que no evitó que la jornada de ayer se convirtiera en una de las más sangrientas de los últimos meses. Desde el golpe del 3 de julio, han muerto más de 2.000 personas a causa de la represión policial, la mayoría simpatizantes islamistas. Tres años después de la revolución, Egipto continúa siendo un país igual de tumultuoso, pero más fatigado y menos esperanzado.




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