Las autoridades ucranias están dispuestas a liberar a los activistas encarcelados en los enfrentamientos de los últimos días, pero ponen condiciones para ello, según explicaron los líderes de la oposición a las decenas de miles de personas que les esperaban desafiando el frío en la calle para conocer el resultado de la segunda ronda de conversaciones con el presidente, Víctor Yanukóvich. Los manifestantes no aceptaron las condiciones y silbaron a sus líderes. Aunque había una cierta confusión, la opinión más generalizada entre quienes siguieron el mitin es que la voluntad popular es que los líderes abandonen las conversaciones con los dirigentes del Estado.
Durante casi cinco horas los opositores Vitali Klichkó, el jefe del partido Udar; el nacionalista Oleg Tiagnibok y Arseni Yatseniuk, el líder del partido de la encarcelada Timoshenko, estuvieron reunidos con Yanukóvich y la ministra de Justicia, Elena Lukash. El paquete de exigencias de la oposición comprende la liberación de los presos y una sesión extraordinaria de la Rada Suprema (Parlamento) en la que se anulen las llamadas “leyes dictatoriales” del 16 de enero, que dieron más competencias a las fuerzas del orden público y restringieron los derechos cívicos, y elecciones anticipadas.
La sesión de la Rada, tal como es planteada por la oposición, debe abordar también el cese del Gobierno de Nikolái Azárov y eliminar todas las responsabilidades penales de quienes han sido detenidos o procesados por su intervención en las protestas que se han venido sucediendo desde el 21 de noviembre. Una nueva Constitución y una nueva ley electoral son otras de las reivindicaciones.
En la sesión de ayer las partes entraron en materia sobre la liberación de los activistas arrestados. Sin embargo, las autoridades quieren que, a cambio, los manifestantes desalojen la calle Hrushevskoho, en los accesos al barrio del Gobierno. Consultados sobre esta exigencia por sus líderes, los manifestantes votaron en contra de retirarse y silbaron a Tiagnibok cuando expuso la posición de las autoridades. La voluntad del mitin se impuso y Yatseniuk pidió “disciplina, orden y responsabilidad” a los manifestantes. “Ni un paso atrás”, exclamó acatando la voluntad popular.
La ministra de Justicia, por su parte, afirmó que los líderes de la oposición no habían respondido a la pregunta de si están dispuestos a controlar a los radicales. “Por desgracia, por segunda vez, los líderes de la oposición se han negado a juzgar las acciones extremistas”, dijo Lúkash. “Tampoco condenaron los casos de ocupaciones de órganos de poder locales", agregó la alta funcionaria. Según Lukash, se debatieron la evacuación de los edificios ocupados, una posible amnistía y los temas que podrían ser examinadas en la sesión extraordinaria de la Rada Suprema.
En diversas regiones de Ucrania la gobernabilidad del Estado continuaba degradándose. En Rivna, Cherkasi, Zhitomir y Ternopil manifestantes opuestos al régimen que representa Yanukóvich intentaron ocupar sedes de la Administración de estas provincias occidentales. En Lvov, los manifestantes obligaron temporalmente a firmar su dimisión al gobernador Oleg Salo, quien después se retractó diciendo que había sido coaccionado. En Cherkazi, los manifestantes ocuparon dos pisos de la Administración y fueron finalmente desalojados por la policía.
Yanukóvich, que tiene una gran capacidad para hacerse el remolón y hacer aparentes concesiones sin sustancia, pidió al jefe del Parlamento, Vladímir Ribak, que convocara una sesión extraordinaria de la Rada. Esta sesión se celebrará el próximo 28 de enero.
La convocatoria de una sesión parlamentaria sin un orden del día bien definido puede resultar o inútil o peligrosa desde el punto de vista de la oposición habida cuenta de que el 16 de enero el partido de las Regiones consiguió saltarse los trámites parlamentarios obligatorios y conseguir que la Rada aprobara por sorpresa a mano alzada las leyes que ahora restringen las libertades cívicas. Por otra parte, la sesión podría utilizarse para votar el estado de excepción, lo cual podría amenazar directamente a la misma institución del Parlamento.
El comportamiento de Yanukóvich recuerda en gran medida el que mostró durante el pasado otoño, respecto a la liberación de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, y a la firma del acuerdo de Asociación con la Unión Europea. En ambos casos, el político fue ganando tiempo y prolongando las esperanzas de que ambos asuntos podían solucionarse favorablemente. Finalmente, ni liberó a Timoshenko ni firmó el acuerdo de asociación. Los interlocutores eran entonces los representantes de la Unión Europea y también la misión de mediadores dirigida por el ex presidente de Polonia Alexandr Kwasnewski.
Como en el otoño, los líderes occidentales han comenzado a bombardear a Yanukóvich con llamadas telefónicas, en este caso para que piense en la estabilidad de Ucrania y evite derramamiento de sangre. El jefe del Estado conversó ayer con canciller alemana Angela Merkel; el vicepresidente de EE UU, Joe Biden, y con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Al elenco de estadistas internacionales que tratan de evitar el derramamiento de sangre se unió el expresidente de la antigua URSS, Mijaíl Gorbachov, quien se mostró partidario de que los líderes de Rusia y EEUU, Vladímir Putin y Barack Obama, tomen cartas en el asunto y unan sus esfuerzos para estabilizar a Ucrania.
Antes de las nconversaciones con Yanukóvich, el líder opositor Klichkó se dirigió a los Gobiernos de los países democráticos y les pidió que incrementaran la presión sobre las autoridades para obligarles a interrumpir la guerra contra el propio pueblo. En un llamamiento, el exboxeador dijo que es absolutamente necesario defender a los activistas de la sociedad civil ucraniana. “No hay tiempo para pensar. Es la hora de las acciones concretas”, dijo. “Lucharemos hasta el final para echar a este régimen de ocupación”, dijo Andréi Tarashenko, del Sector de Derechas en una entrevista al Quinto Canal antes de que el diálogo encallara.
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